Primer día de este año 2014 (o segundo día ??).
Es curioso al menos, cómo el destino teje en la urdiembre del tiempo, su trama con nuestras vidas.
No es que estemos obligados a seguir este camino por que alguien o algo lo dicta, es que sencillamente los hechos ocurren de las formas más inesperadas, a pesar de nuestros más cuidadosos planes.
Hoy tengo en ciernes un día de estío no de los peores en calor, pero sí bastante cercano a serlo.
Hice mis quehaceres hogareños y traté de subir a mi altillo, donde tengo un taller, pero la temperatura allí se hacía realmente insoportable. Así que bajé inmediatamente y me dispuse a leer algo, y quizá también a escribir un poco para quien guste leerme.
Me dieron buenas ganas de salir y caminar esas calles que llevan hasta la playa, a no más de un kilómetro de aquí, pero no iré al menos hoy.
Tengo los recuerdos de mi infancia, en que hacía un recorrido muy similar casi todos los días, con mi madre o con mi hermana mayor. Nos levantábamos temprano para caminar hasta la playa, pasábamos allá un rato poniéndome bastante protector solar, ya que siempre tuve esta piel de poca melanina, y luego regresábamos sobre nuestros pasos cuesta arriba antes que diesen las 11 de la mañana y el sol nos calcinase. Ese último camino era la parte cansadora del paseo.
Usábamos ese horario por que suele haber menos gente en la playa, aunque el agua está casi siempre más fría. El horario más interesante es después de las cuatro o cinco de la tarde hasta que anochece, pero todo el mundo sabe ésto y por lo tanto la gente se aglomera en la playa a esas horas.
Para mi ir a la playa era meterme al agua. Jugaba con la arena como todos los niños, pero el agua era para mí lo fundamental. Esa sensación de ser más liviano, y sentir cómo se frenan tus movimientos, es algo inigualable. Me tenían que sacar del agua con reprimendas, por que de no ser así, continuaba hasta el final de la visita a la playa.
Más crecido yo, finalmente puede ir a la hora de mi preferencia con algún amigo y permanecer en el agua a gusto. Y la costumbre de estar en el agua más que fuera de ella, siguió siendo toda mía ;)
Haré el intento de ir alguna que otra vez ¿Por qué no?
Pude llevar a mis hijos al Mar cuando eran pequeños, y ellos compartieron conmigo este gusto por el agua. En ésto nos parecemos bastante.
Nací cerca del Mar
Crecí sintiendo las olas de estío.
¿Qué hay en ese sonido que no es tuyo ni mío?
Nada lo frena, no se adivina su ciclo.
Furiosas ahora, tranquilas después cual manso río,
Caminar por la orilla sintiendo ese frío,
Pensando en lo lejos que llega ese Mar.
Las rocas atrapan vestigios de lo que hay más allá,
Pero al Mar no le importan ni barcos,
Ni rocas, ni niños, ni hombres o bestias.
El Mar es sagrado dueño de sí, nada más.
Ni el desafiador más grande deja de temer,
Cuando el Mar muestra su enorme poder.
Solo respeto puedo sentir,
Por ese implacable ir y venir,
Por esa grandeza que no tiene igual.
No dejo de sorprenderme sintiendo,
Esos sonidos que se van repitiendo,
Pero no son nunca igual por igual.
Allí están las cenizas de mis ancestros,
Junto a la arena que viene y que va,
Hablando el lenguaje del agua salvaje.
No se si el destino me aleje algún día,
De la costa que tanto siento como mía,
Aún de otras costas que serán iguales.
Solo sé que algunas cosas nunca se olvidan,
Como aquellas personas que son mis amigas,
Aunque a alguna quizá ya no la vea más.
Así es que este Mar es otro buen amigo,
Que no quiero y no deseo olvidar,
Como a ninguno que me da su amistad.
Nos leemos :)
"Nuestra playa", que cerca y que lejos está:)
ResponderBorrarLos momentos más placenteros, más disfrutables , creo que en esa playa , en esa agua del ancho río están. Bellísimos recuerdos
Besos
Si, después me quedé pensando y en realidad íbamos mucho mas seguido contigo que con mamá, pero la foto más representativa de la caminata es ésta. Muchos Besos
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