Tengo que hacer una confesión. Nunca fui una persona normal. Entiéndase por normal, a una persona cuyos gustos y costumbres caen dentro de la generalidad, del promedio de los gustos y costumbres de otras personas de su misma generación.
Siempre, y no por que lo buscase, estuve bastante afuera de la media normal.
Un ejemplo: En la ciudad donde vivo, el fútbol es un deporte sagrado, que TODOS juegan, gustan de él, de verlo jugar aunque nada más sea por la televisión. A los niños se les lleva de pequeños a integrar equipos de fútbol, cuando tienen 4 o 5 años de tierna infancia. Solo nos ha faltado incluir en las clases de historia las hazañas deportivas conseguidas durante la corta existencia de este país.
Pues no me gusta el fútbol.
Quizá de joven jugaba un poco por que era un juego, pero nada mas.
Y en mi época de adolescente, cuando iba al liceo, era un poco extraño para el resto de mis compañeros.
Recuerdo que un día de lluvia, al comienzo de las clases de tercer año, así que tendría 14 años de edad, en que había ido con un impermeable caminando lentamente bajo la lluvia, disfrutando el paisaje. Recuerdo haber cruzado alguna mirada con una señora que bajó del ómnibus conmigo y nada mas.
Resultó mas tarde que esa señora (que seguramente era bastante joven) era nuestra profesora de literatura. Y a mi no me gustaba para nada la literatura.
Pues la buena señora no sé por qué se fijó en mí desde el primer día.
Al ir leyendo la lista de alumnos de la clase iba haciendo pequeños comentarios para si misma, seguramente para ir recordando los nombres de cada uno, y al llegar a mi, dice en voz un poco mas alta "Ah, el del impermeable"... risitas de los compañeros, y yo que en ese momento me desayuno dónde la había visto antes. Siempre fui muy distraído.
En definitiva esta señora intentó en vano que me gustase su asignatura, y no puedo decir que no puso empeño. Era solo un problema de falta de madurez en mi persona. Sin embargo ella veía algo que no puedo sospechar, ni entiendo cómo lo veía.
En una ocasión nos pide una redacción de tema libre, y no mas de una carilla, tratando de usar un estilo que habíamos estado analizando en clase.
Hice mi redacción y me divertí haciéndola. Así que incluí algo de humor ácido de mi propia factura y algo de estilo. Nunca había esperado una respuesta tan eufórica. Parecía que le hubiese hecho un gran regalo. Tuve que leerla en voz alta, y soportar el análisis en clase del texto, hecho oralmente por mis compañeros.
No pasó de ser una anécdota. La literatura era difícil para mi. Y sigue siéndolo, pero aprendí a divertirme mientras escribo.
Otra persona que se fijó en mi forma de escribir fue mi cuñado Aníbal. Él era físico, y llegó a ser doctor en Ciencias Físicas, pero le gustaban la literatura y la filosofía, cosas que a mi siempre me espantaron. Sin embargo él me decía que debía tener en cuenta la posibilidad de escribir seriamente.
Aghh!!
La adolescencia pasó. Pasó mi juventud y aquí estoy, más maduro de lo que quisiese (de edad, que no de espíritu), escribiendo un poco.
Mi cuñado se estría riendo de mi con su risa nerviosa si me viese, jeje.
Pero lo que destaco como diferencia con mis compañeros era mi gusto por las series televisivas exóticas. Me apasionaba una serie que se llamaba "Kung-Fu", protagonizada por David Carradine interpretando al monje shaolín Kwai Chang Caine. En éso digamos que parecía ir con la corriente con otros adolescentes, pero no era así. Me gustaban las escenas de las enseñanzas del maestro Po y no las escenas de artes marciales que comentaban mis compañeros con lujo de detalles.
Admiraba esa paz que tenía el alumno, que había adquirido de manera misteriosa en un monasterio taoísta chino mientras era apenas un niño.
De esos años recuerdo mi paz interior. Disfrutaba de todo lo que me rodeaba, y solo mi padre lograba de vez en cuando sacarme de mis casillas con alguna de sus tareas que había que terminar para ayer...
Nunca fui religioso como mi madre, así que mi paz nada tenía que ver con veneraciones o rezos.
Pero a veces la vida toma caminos insospechados.
Necesité hacer cambios en mi vida para poder salir del encierro en el que habitaba cuando ya era bastante mayor. Conocí una mujer que parecía llenar un gran porcentaje de mis requisitos para una vida juntos y me fui con ella. Me casé poco después, terminé mis estudios y comencé a trabajar en un empleo estable.
No volví a disfrutar de la paz interior. Mi vida pasó a ser una especie de rutina, donde hasta las vacaciones eran rutina. La ilusión de mis hijos se fue desvaneciendo por que no disponía del tiempo para educarlos. Es muy poco lo que les pude dar.
Hasta mis pequeños proyectos se disolvieron entre las tareas diarias. Recuerdo haber encontrado hace unos años un cuaderno con ideas para cuando me recibiese, y con dolor lo que pude observar fue que de todos los proyectos, ninguno se hizo realidad.
Hoy mi adorada amiga me ha hecho reflexionar. Quizá eso es lo que uno debe buscar en los amigos, esa capacidad de ayudar cuando realmente hace falta. A mí, esta amiga me hizo falta al menos 10 años antes o quizá 20 o 30 años, pero las cosas son como son, y al menos la conozco y estoy feliz de contar con ella el día de hoy.
Así que volveré a ser lo que era y no lo que se espera que sea. Necesito esa paz para vivir con alegría mi vida, para disfrutar todo lo que tenga que venir, para tomar mis decisiones, para ser mejor.
No es que haya cambiado radicalmente, ya que los niños y los perros me quieren de manera natural, cosa que a mi entender indica que no estoy tan lejos de lo que pretendo. Es que pierdo la calma con relativa facilidad cuando me encuentro en situaciones irracionales. Tengo que asumir que el razonamiento no es una capacidad de todas las personas y en cambio mi enfado no conduce a nada.
Reinan el silencio y la oscuridad.
Abro los ojos y veo siluetas recortadas,
Los sonidos llegan desde la eternidad,
Y puedo escuchar hasta mi corazón.
Escucho más fuerte mi respiración.
Sentiría un pétalo de rosa cayendo.
La brisa trae olor a tierra mojada,
Ya no llueve afuera y comienza el alba.
El viento susurra cosas que no entiendo,
Tal vez vengan de una garganta lejana.
¿Serán tus sabias palabras?
¿Serán palomas agitando sus alas?
No importa, estos minutos son míos.
Puedo pensar con libertad,
Casi siento que tengo alas !!
Y tú vienes a mis pensamientos,
Con tu sonrisa tan clara.
No puedo evitarlo ni quiero,
Pues la felicidad me embarga.
Estoy solo y no lo estoy,
Estoy a solas con tu alma.
Nos leemos :)
Nota: Si no puede ver la segunda imagen, es por que está usando un browser rígido y anticuado, que no se ciñe a las normas internacionales. Use Firefox o Chrome por ejemplo, y le aseguro que no se arrepentirá.